"No laves los platos, mamá. Yo los lavo cuando vuelvo", dijo Adriana Celihueta el 15 de enero de 1987, cuando salió de la casa que compartÃa junto a sus padres y una hermana. Hoy, a 34 años de aquel dÃa, Adriana no sólo no volvió sino que no se supo nada más de ella. Errores judiciales, investigaciones deficientes y una trama de sospechas que rozó a poderes polÃticos, hicieron que el caso de esta veterinaria que tenÃa 29 años y estaba a algo más de un mes de casarse, quedara impune.
En tiempos donde la CGT se enfrentaba con el Gobierno de Raúl AlfonsÃn y llamaba a un paro tras rechazar el salario básico de 150 australes, en Necochea la desaparición de Adriana encendÃa una luz de alarma en principio para su familia pero después para toda la ciudad costera. Sin embargo, la falta de una sede del Poder Judicial en ese entonces, hizo que la causa fuese remitida a Mar del Plata, y pasara por las manos de cinco jueces, lo que terminó por conspirar contra la verdad.
Lo cierto es que Adriana salió de la casa tras la cena. Se subió al Dodge Polara de su padre Carlos, un mecánico tornero, rumbo a lo de sus suegros, ubicada sólo a doce cuadras. Dijo que iba a corroborar que el apellido de la madre de su novio de entonces, Fernando Iparraguirre, estuviese bien escrito en la tarjeta de invitación. El casamiento estaba cerca y no querÃa dejar ningún detalle al azar.
El auto fue encontrado en la mañana siguiente en el parque Miguel Lillo, un área verde de más de 640 hectáreas que alberga alrededor de un millón de árboles, la mayorÃa pinos. En el asiento del conductor estaban las llaves, en la arena la documentación de la mujer y del auto, que se encontraba de cara al mar y con las puertas abiertas de par en par.
Un primer error, no menor, se dio en ese momento. La PolicÃa le autorizó a su padre que se lleve el auto, sin que previamente le hiciesen las pericias necesarias para encontrar algún tipo de huellas y pistas para investigar. Además, llamó la atención que ella se llevase de la casa un arma calibre 22 de Carlos, un experto tirador y habitúe del Tiro Federal.
Cinco jueces y varios fiscales llevaron adelante una investigación que dejó más dudas que certezas. Nunca hubo imputados, solamente sospechosos; fueron aquellos que tuvieron relación laboral y vinculaciones por diferentes motivos con Adriana.
La familia siguió adelante, reuniéndose con cada polÃtico o integrante del Poder Judicial que querÃa escuchar su historia. Pero la causa avanzó muy poco, siempre con la sospecha de sus padres de un "encubrimiento polÃtico local". Hasta hubo una sospecha, como planteó un abogado que asesoró a la familia durante años, que vinculaba la desaparición a la mafia de las "cuadreras", competencias ilegales con dos caballos en campos de la zona, donde habÃa apuestas de "gente poderosa" y mucho dinero en juego.
Asà pasaron los años hasta que en mayo de 2020, unos niños que jugaban en la zona de Costa Bonita, en Quequén, hallaron huesos humanos dentro de una bolsa que habÃa estado tapada por la arena. Y aunque hubo esperanza, el Equipo Argentino de AntropologÃa Forense determinó en octubre que los huesos correspondÃan a un hombre.
Lo cierto es que en el camino Carlos, el padre de Adriana falleció sin saber la verdad. "MimÃ", su madre modista, fue tachando en los primeros años con una cruz cada dÃa del almanaque, esperando un regreso que nunca se concretó. Hoy, un libro y una página de facebook llamada "Yo quiero saber dónde está Adriana Celihueta ¿y vos?" mantienen vivo el recuerdo, y todos los 15 de enero su familia hace una misa en la Parroquia Santa Teresita. Como dijo alguna vez "MimÃ", se gastaron la vida en la lucha por obtener una respuesta sobre qué pasó y tener una tumba para llevarle flores al cementerio.
Fuente: DIB.