20/04/2024

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Historia de los mundiales: Italia 1934 - El mundial de Mussolini

18/09/2022 |



Luego de la Copa del Mundo celebrada en Uruguay en 1930, tocaba a Europa organizar el siguiente mundial, de acuerdo a un tácito acuerdo (no siempre cumplido) según el cual la Copa se disputaría alternativamente en América y Europa. Suecia e Italia presentaron su candidatura y el Comité ejecutivo de la FIFA decidió, en 1932, que el Mundial de 1934 se disputaría en tierras italianas. Detrás de la candidatura de Italia estaba el interés del gobierno del dictador Benito Mussolini, de convertir el torneo en un gran evento propagandístico y nacionalista que unificara al pueblo italiano y exaltara, a los ojos de todo el mundo, la supuesta superioridad del fascismo italiano (lo que copiaría dos años más tarde su par alemán Adolf Hitler durante los Juegos Olímpicos de Berlín 1936).

Una vez confirmada la sede, Mussolini no escatimó recursos para lograr su objetivo, desde presionar y amenazar al entrenador italiano, Vittorio Pozzo y a sus futbolistas, hasta nacionalizar varios jugadores sudamericanos de ascendencia italiana para reforzar al seleccionado. Uno de los más destacados fue Luis Monti, uno de los pilares de la selección argentina que había llegado a la final del mundial anterior y que, después de ser tentado con un jugoso contrato para jugar en el futbol italiano, fue nacionalizado y se convirtió en uno de los estandartes del seleccionado italiano que, a las postre, terminaría obteniendo el título, convirtiéndose en el único futbolista en disputar dos finales del mundo con dos selecciones distintas. Cuando el técnico italiano fue criticado por la incorporación de muchos futbolistas sudamericanos, respondió: “Todos ellos son elegibles para el servicio militar, y si ellos pueden morir por Italia, también pueden jugar al fútbol por Italia”.

Según cuenta una de las tantas leyendas, Mussolini le habría dicho al presidente del comité organizador, el Almirante Vaccaro: “Almirante, Italia ganará la Copa Mundial”. Vaccaro contestó que por supuesto, todos deseaban que su país tuviera una gran torneo, a lo que Mussolini, amenazante, respondió: “Almirante, yo creo que usted no me entendió. Yo dije: Italia ganará la Copa Mundial”.

En esta Copa del Mundo participaron 16 selecciones y se cambió el formato de competición: del formato de grupos del mundial anterior se pasó a un sistema de eliminación directa desde los octavos de final hasta la final. Para esta edición se inscribieron previamente 32 países, por lo cual hubo que realizar por primera vez eliminatorias para determinar a los 16 seleccionados que participarían del torneo. Incluso Italia, el organizador, tuvo que disputar la clasificación para jugar el Mundial, aunque no tuvo inconvenientes para derrotar a Grecia. Uruguay, el último campeón se negó a participar. Molestos porque pocos países europeos asistieron a su mundial, decidió vengarse y se abstuvo de asistir, convirtiéndose en el único campeón que no acudió a defender su título. Argentina, por su parte, envió un seleccionado integrado únicamente por futbolistas amateurs, en protesta por la forma en que Italia se había apropiado de algunos de sus mejores jugadores. Brasil también envió un equipo conformado por jugadores de segunda línea, y Egipto se convirtió en el primer país no europeo ni americano en participar de un Mundial, luego de derrotar en la eliminatoria al combinado de Palestina (por aquel entonces Mandato británico de Palestina). Por su parte, los inventores del fútbol, los ingleses, se negaban a participar en los mundiales. Considerando que su superioridad estaba fuera de toda duda, las cuatro asociaciones del Reino Unido –Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte–, enfrentadas con la FIFA, rechazaron participar en la Copa Mundial y siguieron con su campeonato propio, el British Home Championship.

El torneo comenzó el 27 de mayo de 1934, con la particularidad de que no hubo un partido inaugural, sino que todos los encuentros de octavos de final se disputaron el mismo día a la misma hora, clasificando a la siguiente instancia únicamente selecciones europeas. Nuestra selección cayó derrotada 3 a 2 ante Suecia y volvió a casa después de un viaje de más de 12000 kilómetros y sólo 90 minutos de juego. Luego de un contundente triunfo en octavos ante los Estados Unidos por 7 a 1, Italia debió enfrentarse en cuartos a España. El partido fue una auténtica carnicería; amenazado, el entrenador italiano le ordenó a sus jugadores: “No me importa cómo, pero hoy deben ganar o destruir al adversario. Si perdemos, todos la pasaremos muy mal”, ¿el resultado? Empate 1 a 1, con siete futbolistas españoles lesionados, incluido el arquero, con dos costillas rotas, ante un arbitraje excesivamente indulgente frente al juego brusco de los italianos. En aquel entonces no existía la definición por penales, por lo cual, si el partido finalizaba empatado en los 90 minutos se debían jugar 30 minutos de prórroga y, en caso de persistir el empate, debía jugarse un partido de desempate al día siguiente. Sí, 210 minutos de juego en sólo dos días. Con un seleccionado español diezmado por las lesiones y agotado físicamente por el cansancio del día anterior, Italia se impuso en el desempate por 1 a 0.

En semifinales, Italia debió enfrentar a Austria, por entonces una de las mejores selecciones del mundo y para muchos la gran candidata a quedarse con el Mundial. El partido finalizó con el triunfo italiano, nuevamente por la mínima, 1 a 0, con gol de Enrico Guaita, otro de los argentinos nacionalizados para la ocasión. En la otra semifinal, Checoslovaquia derrotó a Alemania por 3 a 1 con tres goles de Oldrich Nejedly, quien finalizaría como goleador del Mundial con 5 tantos.

La final se disputó en el Estadio Nacional del Partido Nacional Fascista de Roma, el 10 de junio ante 50 mil espectadores y la mirada amenazante de Benito Mussolini quien, según dicen, reunió a los futbolistas antes del partido y les dio un discurso resaltando la importancia de ganar a toda costa. El argentino Luis Monti, que cuatro años antes había sido amenazado de muerte en caso de que Argentina venciera a Uruguay en la final del primer Mundial llegó a declarar años más tarde: “En 1930, en Uruguay, me querían matar si ganaba, y en Italia, cuatro años más tarde, si perdía”; ésta vez, quedaría como héroe. El partido fue parejo y recién a los ’71 se rompió la igualdad con un gol de los checoslovacos.  Faltando ocho minutos, el anfitrión caía 1 a 0 y parecía que el sueño del Duce se esfumaba, pero un gol de Raimundo Orsi (otro de los argentinos nacionalizados) envió el partido a tiempo suplementario. En la prórroga, un gol de Ángelo Schiavio a los ’95 dio a Italia su primer Mundial. El plan de Mussolini había resultado.