29/03/2024

Radio Maestra

Historia de los mundiales: Brasil 1950 - "El Maracanazo"

25/09/2022 |



La Segunda Guerra Mundial impidió la realización de los mundiales de fútbol en 1942 y 1946. Recién en 1946, en el XXV Congreso de la FIFA celebrado en Luxemburgo se decidió que la Copa Mundial volvería a disputarse en 1949. Si bien originalmente se planteó la posibilidad de realizarla en Suiza, la escasez de estadios en el país helvético terminó inclinando la balanza en favor de la candidatura de Brasil, y el evento fue reprogramado para 1950 para garantizar el mayor número posible de participantes, al tiempo que se decidió que el siguiente mundial sí se realizaría en Suiza en 1954. En homenaje a los 25 de presidencia del francés Jules Rimet, se aprobó que la copa entregada a los campeones fuera renombrada como “Copa Jules Rimet”. Durante los seis años que había durado la Guerra el trofeo había estado a salvo escondido debajo de la cama del presidente de la Federación Italiana, Ottorino Barassi.

Para la IV Copa Mundial de fútbol se inscribieron 34 países, que disputarían eliminatorias para determinar a las 16 que participarían en Brasil. Por primera vez en la historia disputarían el mundial las selecciones británicas, que después de décadas de enfrentamiento con la FIFA aceptaban jugar un mundial. Para ello disputaron una eliminatoria entre las cuatro selecciones británicas en el British Home Championship. El torneo fue ganado por Inglaterra; los inventores del fútbol tendrían la oportunidad de demostrar su supuesta superioridad. En segundo lugar finalizó Escocia, y si bien campeón y subcampeón obtenían la clasificación, Escocia había anunciado que solamente participaría si ganaba el torneo por lo cual renunció a jugar el Mundial. La FIFA invitó en su lugar a Francia (que había perdido la eliminatoria ante Yugoslavia). Si bien los galos aceptaron la invitación en un primer momento, posteriormente la rechazó y la FIFA decidió anular ese cupo. Otras dos selecciones que renunciaron después de obtener la clasificación fueron Turquía y la India. Estos últimos, según cuenta la leyenda, desistieron de participar porque la FIFA obligó a los jugadores hindúes a usar botines durante el mundial, lo cual no fue aceptado por los asiáticos, acostumbrados a jugar descalzos. Otra versión menos romántica alega que se debió a cuestiones económicas. Estas deserciones determinaron que solamente Europa y América tuvieran representación en el Mundial. Argentina, por su parte, tampoco participó aduciendo diferencias entre la Asociación del Fútbol Argentino y la Confederación Brasilera. Por su parte, la FIFA prohibió la participación en el Mundial de Alemania y Japón por su responsabilidad en el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Italia sí fue admitida gracias al rol de custodio del trofeo que había cumplido el presidente de su Federación.

Con las bajas de Escocia, Turquía y la India, sólo 13 selecciones disputaron el Mundial de Brasil. Para este torneo se adoptó un formato de competición único: los equipos serían divididos en cuatro grupos, de los cuales clasificaría sólo el ganador a la fase final. La novedad radicaba en que para la fase final no se disputarían semifinales, sino una liguilla de todos contra todos. De esta manera, Brasil 1950 fue el único Mundial en el que no se celebró una final propiamente dicha.

El 24 de junio se puso en marcha la IV Copa Mundial de fútbol, con el cómodo triunfo del anfitrión, Brasil, por 4 a 0 frente a México en el flamante Maracaná, el estadio más grande del mundo, con capacidad de 200 mil espectadores, construido para la ocasión. Brasil empataría luego con Suiza y vencería a Yugoslavia para clasificarse como ganador del grupo.

El grupo 2 depararía una de las mayores sorpresas del Mundial. La orgullosa Inglaterra mediría su potencial ante España, Chile y Estados Unidos. Todos daban por descontada la clasificación británica, candidata a quedarse con el Mundial junto con Brasil e Italia. Si bien comenzó con el pie derecho venciendo 2 a 0 a Chile, Inglaterra cayó en el segundo partido ante la débil selección estadounidense que contaba con un solo futbolista profesional en sus filas; el único gol del encuentro fue marcado por el haitiano Joe Gaetjens. El resultado fue tan sorpresivo que algunos diarios británicos reseñaron un resultado de 10 a 1, convencidos de que se trataba de un error de comunicación. Inglaterra llegaba a la última fecha con la obligación de ganarle a España para meterse entre los cuatro mejores del Mundial, pero un gol del bilbaíno Telmo Zarra sepultó las esperanzas de los inventores del fútbol y le dio la clasificación a España.

El grupo 3 contó con la participación de Italia, Suecia y Paraguay. Italia aparecía como la favorita para lograr la clasificación, pero su selección llegaba diezmada por la Tragedia de Superga, ocurrida sólo un año antes: el 6 de mayo de 1949, 18 jugadores del Torino, que venía de ganar las últimos cinco ligas italianas, perdieron la vida luego de que el avión en el que viajaban se estrelló contra el muro de contención en la parte posterior de la Basílica de Superga. Italia perdía a la columna vertebral de su selección y el Torino nunca lograría recuperarse de la tragedia. En el debut los italianos caerían 3 a 2 ante Suecia, que, con un empate posterior ante Paraguay se aseguraría la clasificación a la fase final.

La gran beneficiada de la fase inicial fue Uruguay que, con la ausencia de tres seleccionados enfrentó únicamente a Bolivia para lograr la clasificación a la fase final. Los orientales no tuvieron inconvenientes y aplastaron a la débil Bolivia por 8 a 0. De esta manera Brasil, España, Suecia y Uruguay disputarían la fase final de la Copa del Mundo.

Brasil era el gran favorito y así lo demostró en las dos primeras fechas, donde aplastó a Suecia 7 a 1 y a España 6 a 1. 13 goles en sólo dos encuentros. En los otros partidos Uruguay empató en 2 ante España y sufrió más de la cuenta para vencer a los suecos por 3 a 2. De esta forma, Brasil y Uruguay llegaban a una virtual final en la cual a los brasileros les bastaba un empate para consagrarse campeones.

El 16 de julio de 1950 200 mil brasileros llenaron el Maracaná para celebrar el seguro triunfo de su selección. Miles de anécdotas se han contado sobre el que se terminaría siendo el partido más recordado de la historia de los mundiales. El mismo día del partido varios diarios brasileros titularon “Brasil campeón mundial de fútbol”. La confianza no sólo era brasilera. El propio presidente de la FIFA, Jules Rimet, llevaba el discurso de felicitación a los campeones escrito sólo en portugués, y, según cuenta otra leyenda, la banda musical que debía interpretar el himno del país campeón, sólo tenía la partitura del himno brasilero. El triunfo brasilero se daba por descontado. Incluso muchos uruguayos daban por segura la victoria brasilera; horas antes del encuentro, un dirigente de la Asociación de Fútbol Uruguaya pidió a sus futbolistas que sufrieran una derrota digna, con un 4 a 0 se iban conformes. El capitán uruguayo, el “negro” Obdulio Varela, reunió a sus compañeros y les dijo: "Ahora vamos a jugar como hombres. Nunca miren a la tribuna. El partido se juega abajo. Ellos son once y nosotros también. Este partido se gana con los huevos en la punta de los botines", y remató una frase que pasaría a la posteridad “Muchachos, los de afuera son de palo” (aunque hay quien dice que la frase original es de Schubert Gambetta).

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Brasil dominó el partido pero no pudo traducir la superioridad en el resultado. La primera mitad finalizó igualada en 0. Un gol de Friaça a los ‘2 del segundo tiempo abrió el marcador para los brasileros, ante el delirio de 200 mil brasileros enajenados en el estadio y otros tantos millones escuchando el partido en las radios. Uruguay necesitaba dar vuelta el resultado para consagrarse campeón pero lo más probable era que después del gol de Brasil llegara una catarata de goles brasileros antes de que los uruguayos lograran patear al arco rival. Según cuenta otra de las leyendas, Obdulio Varela estuvo cinco minutos discutiendo un supuesto fuera de juego con el fin de enfriar el partido. Y la estrategia del Negro dio resultado. A los ’21 del segundo tiempo desborda por la derecha Alcides Gigghia, quien echa un centro al medio del área para que Juan Alberto Schiaffino convierta el empate. Los nervios se apoderaron de los brasileros mientras que los uruguayos comenzaron a soñar con que la hazaña quizá no era imposible. A 11 minutos del final, una pared entre Gigghia y Julio Pérez dejó al primero mano a mano frente al arquero Barbosa; casi sin ángulo todos imaginaron un centro atrás como en el primer gol, pero un pequeño espacio entre el palo derecho y el arquero fue suficiente para que Gigghia la mandara a guardar, para delirio de un puñado de uruguayos y el silencio de todo un estadio que, atónito, asistía a la mayor sorpresa de la historia. Gigghia comentaría años más tarde: “Solo tres personas en la historia han conseguido hacer callar al Estadio Maracaná: el Papa, Frank Sinatra y yo”. Los 11 minutos finales fueron un manojo de nervios con los brasileros intentando inútilmente empatar el partido y los uruguayos defendiendo con uñas y dientes el triunfo. A las 16:45 de ese 16 de julio de 1950 el árbitro inglés George Reader pitaba el final del partido. Uruguay había consumado la mayor hazaña de la historia de los mundiales: el “Maracanazo”, como lo calificaría posteriormente la prensa. David había vencido a Goliat. La tristeza enlutó al pueblo brasilero, varios “torcedores” se quitaron la vida luego de la derrota. Todos los jugadores uruguayos celebraron enloquecidos el segundo título sobre dos Mundiales jugados, todos menos Obdulio Varela. Al ver la tristeza que había ocasionado el triunfo uruguayo sobre el pueblo brasilero, el negro, el jefe, el pilar de la selección uruguaya se fue sólo a un bar, "No me gustó ver a aquellas 200.000 personas tristes, no me gustó ver a Rio a oscuras y sin carnaval. Es la vida. Era campeón y no sentía una alegría absoluta por ello", recordaría tiempo después. Ese día fue el último partido oficial en el cual la selección brasilera jugó con uniforme totalmente blanco. En adelante la selección brasilera comenzó a utilizar la tradicional camiseta verdeamarela con pantalón azul, confiando que esta vez sí les traería buena suerte. Pero para eso aún faltaban ocho años. De momento, Uruguay lograba lo impensado y se coronaba campeón mundial por segunda vez en su historia ante el desconsuelo brasilero. Tristeza não tem fim.