Lic .Clara London
“Si no fuera físico, probablemente sería músico. A menudo pienso en música. Vivo mis sueños en música. Veo mi vida en términos musicales…….” (Albert Einstein)
Existe una tribu en África en donde la fecha de nacimiento de un niño no se toma como el día en que nació. La fecha de nacimiento es el día en que ese niño fue pensado por su madre.
El día en el que una mujer decide tener un hijo, se sienta sola bajo un árbol y se concentra hasta escuchar la canción del niño que quiere nacer. Los sonidos le llegan desde el corazón y los oye claros.
Después de escucharla regresa con el hombre que será el padre de su hijo y se la enseña. Juntos la tararean una y otra vez. Entonces es cuando deciden tener el bebé.

Cuando la madre está embarazada enseña la canción del niño a la gente del lugar para que, cuando nazca, las ancianas y quienes estén a su lado le canten para darle la bienvenida. En el momento en el que el niño nace todos le cantan su canción.
Esta tribu africana cree que la forma de corregir un comportamiento antisocial no es el castigo, sino el amor y la recuperación de la identidad. Cuando uno reconoce su propia canción no desea ni necesita hacer nada que dañe a otros.
Cuando una pareja se une se cantan la canción de cada uno y cuando una persona muere todos en la villa cantan su canción, por última vez, para él.
Esta costumbre de la canción propia nos vincula con el deseo de darle lugar a un hijo, de ahijarlo, de escucharlo, de subjetivarlo respetando su ritmo, su tiempo, su tono.
Nacemos envueltos en música, de la voz, del sonido, del arrullo.
Crecemos aprendiendo las canciones infantiles, las del entorno de la época, compartiendo los entusiasmos, las iras, las tristezas, las risas, expresiones en diferentes tonalidades.
Nos enamoramos y nuestro corazón late, baila acompasado, desacompasado en grave o agudo. De un allegro maestoso a un adagio.
En la adolescencia puede dar nombre a lo innombrable, sirve como remedio, nos hace reír, llorar, nos llega, nos conmueve.
En todo momento es una experiencia emocional, presente e invisible.
Entre armonías y contrapuntos se acerca la adultez. Transitando por canones, ostinatos, vivaces, dúos y arias en un sendero hacia la coda final.
Toda una vida que emerge de nuestra canción, que nos muestra en nuestra esencia, en lo que somos, en lo propio. Es la canción de la que nos habla la tribu africana.
Einstein ve la vida en música. ¿Qué será ver la vida en música?
Para el científico la música era sinónimo de sensibilidad, sabía del efecto que ella producía a nivel de los hemisferios cerebrales en la concepción de sus leyes y teorías. Einstein fue un gran científico y supo conjugar la ciencia y la música en un desarrollo creativo.
Su inteligencia, percepción y comprensión humana lo convirtieron en una destacada personalidad que inspirado y sostenido en lo musical descubrió la teoría de la relatividad.
La Misa en Do menor , KV. 427/417, es una obra de Wolfgang Amadeus Mozart escrita en 1782 y considerada una de sus principales creaciones.
La compuso en Viena , cuando estaba a punto de casarse con Constanze Weber . Le había prometido a su padre que escribiría una obra sagrada si lograba casarse con ella.
Este no asistió a la boda por estar en desacuerdo con la elección amorosa de su hijo y con su mudanza a Viena desde Salzburgo. Fínale conflictivo, en un momento de elección y autonomía.
Laborintus II, de Luciano Berio, uno de los exponentes fundamentales de la música contemporánea, es una obra compuesta en 1965 para conmemorar el 700 aniversario del nacimiento de Dante. Un diálogo entre el mundo medieval y el contemporáneo. Altera el orden, la temporalidad, elude lo anecdótico y entiende la obra de Dante como un cuerpo vivo. Fínale con brío, en una recreación musical.
Einstein, Mozart y Berio, tres diferentes músicas, tres creadores, tres historias, tres vínculos con la magia del sonido, porque los sonidos de la música tienen un efecto sobre el cuerpo de quien los escucha ¿Qué magia despierta tal hechizo? Tres canciones propias, desconocidas, el núcleo, lo que fue, lo innombrable.
¿Cuáles serían las relaciones entre la música y el psicoanálisis? ¿Qué lugar ha tenido la música y la dimensión de lo sonoro para el psicoanálisis?
La música es un arte cuyo sentido y significación es imposible de circunscribir con palabras, pero despierta emociones. No da respuestas, pero al igual que el psicoanálisis, es apoyo y da pie a preguntas.
Para el psicoanálisis el lenguaje, la cadencia, el cuerpo, humanizan y subjetivan. Cuando hay lenguaje hay música aunque ésta preexista a la apropiación de la palabra por un sujeto.
Ambos sugieren, abren perspectivas, e interrogaciones, exploran territorios vírgenes, presentifican la historia y crean algo nuevo, no traducen.
A modo de final, las ideas de François Regnault (filósofo francés contemporáneo y hombre de teatro) vinculan música y psicoanálisis.
Considera que la música tiene una función terapéutica porque aflige, calma, apacigua, despierta, alegra, entristece.
Estos sentimientos, en las dos disciplinas se desentrañan, se interpretan, se comprenden.
En un diálogo con el otro conmueven, cuestionan, sugieren y posibilitan nuevos climas que van más allá…
Lic. Clara London (Miembro titular de APdeBA-Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires)