19/04/2024

Agro

“Bichos de Campo” entrevistó al productor Gustavo Almassio

09/02/2023 |



La localidad de San Cayetano, entre Necochea y Tres Arroyos, es el pago chico del ingeniero agrónomo Gustavo Almassio. Pero su verdadero lugar en el mundo se llama El Totoral, y es un pequeño campo familiar en el que se multiplican las actividades productivas que le permitan sobrevivir con una escala más bien reducida, de poco más de 300 hectáreas. Allí se hace de todo: hay animales de granja, un perro guardián, ovejas para carne, vacunos de la cotizada raza Wagyu, y por supuesto agricultura, porque a todos esos bichos hay que darles de comer.

El propio Gustavo vive allí y además tiene un gran empleado que le cubre las espaldas.

Almassio es lo más parecido a Gran Hermano que se puedan encontrar en el campo argentino. O mejor dicho, Almassio es un reality agropecuario en sí mismo, porque hace mucho asumió una actitud muy activa en las redes sociales para exponer sin miedos todo lo que hace, con sus éxitos y sus fracasos, con las más bellas imágenes del medio rural pero también con sus tragedias cotidianas. Sus historias se pueden seguir en Twitter y sus mejores fotografías se pueden ver en Instagram.

Gustavo nunca rehuye a los debates ni escapa de los compromisos, que por supuesto son mucho más útiles y necesarios de los que se producen en “la casa de GH” que sale por la televisión. Es rara esa actitud comprometida entre los ingenieros agrónomos, que suelen adoptar posiciones más cautelosas y a veces hasta vergonzantes. Almassio, en cambio, se expone y discute casi todo desde criterios técnicos, pero también desde una humanidad desbordante.

¿Por qué lo hace?

¿Por qué te expones? Vos sos agrónomo, Podrías estar, como la mayoría de tus pares, haciendo un trabajo anónimo hasta ganar unos pesos y retirarte tranquilo. Pero vos te expones a propósito. ¿Qué es lo que estás queriendo mostrar o decirnos?

Bueno, en realidad yo tengo el privilegio de haber estudiado lo que me gusta. Trabajé en todas las ramas de la profesión, desde una empresa de agroquímicos hasta una planta de silo, con cultivos y también con ganadería. Y hace unos cuantos años que vivo en el campo. Para mí el campo es un espectáculo extraordinario, multicolor, cuya entrada es cara y hay que trabajar para pagarla. En un país donde en general yo veo que hay un enfrentamiento entre campo y ciudad, por desconocimiento unas veces y otras no, para mí una manera de acercarnos es poder comunicar, contar el día a día del campo, sin ningún tipo de heroísmo ni nada especial. Para mi es también un trabajo muy importante el que hace un taxista en Burzaco.

Hasta debe ser más peligroso seguramente ser taxista en Burzaco…

Entonces, a partir de ese privilegio, que no significa que voy a pedir disculpas por ser productor o ser ingeniero agrónomo; a partir de esa suerte de poder disfrutar lo que hago, trato de hablar de eso, de que la vida en el campo justamente es multicolor. Trato de mostrarlo el día a día, las buenas y las malas.

¿Hay muchas malas en la vida en el campo?

Me gusta mucho mostrar los errores y yo cometo muchos. Soy un compendio de errores y de fracasos. Pero claro, he fracasado porque lo he intentado. ¿No?

¿Por qué pensás que es útil mostrar lo que pasa en el campo?

Yo no sé si lo pienso tanto como una utilidad. Lo pienso como una manera de acercar el campo a la ciudad, pero no con ánimo de agradar sino de mostrar la realidad, lo que pasa. Por lo menos lo que me pasa a mí, porque el campo es muy amplio, hay una diversidad enorme. No hay un solo campo. Hay campos de mil tamaños y mil maneras de encarar el laburo cotidiano.
En el caso de Almassio, el pequeño campo y lo que produce apenas alcanza para sobrevivir y entonces este profesional debe también prestar servicios afuera, como asesor de otros establecimientos, para completar un ingreso decente. Eso lo obliga a mantenerse actualizado y estar atento a todos las tecnologías. A viajar mucho y ser parte de entidades como la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). Pero nada es de manual. El campo es un espectáculo vivo y el guión debe ser revisado de manera constante.
“Yo tengo un planteo mixto en el campo, donde tengo ovejas, tengo vacas y tengo agricultura. Trato de mostrar como cuando interactúo en un sistema mixto termino usando menos agroquímicos, gastando menos plata pero con algún inconveniente. Estar en el campo requiere mucho más trabajo, pero también mostrar que los cambios de paradigma son permanentes y no hay que ser dogmático”, explica Almassio.

¿Me das un ejemplo?

A ver, yo tengo el campo desde hace 25 años bajo un sistema de siembra directa, pero este año con la sequía y muchas ovejas, demasiada cantidad de ovejas para lo que podía soportar el campo, tuve que avanzar sobre el lote agrícola. En un momento venía rama negra, una maleza muy complicada, y tenía que tomar una decisión dolorosa para mí, que era mover un lote de 50 hectáreas para hacer girasol.

De algún modo, esto significó “involucionar” en el mandato de la siembra directa, que es “no moverás nada” del suelo.
Como era yo hasta hace cinco años, dogmático. No lo podía hacer, era como una religión. Y en realidad no es que cambió mi forma de ver como tiene que ser, pero me doy cuenta de que tenía que hacerlo en este corto plazo para poder tener un girasol y no fracasar en el intento. En algún momento me pasó esto y tuve que tomar una decisión, antes no lo hubiera hecho.

Es imposible seguir un dogma toda la vida…

Yo vengo de una generación de agrónomos que hace 30 años, cuando me recibí, no existía la siembra directa. Cuando me dijeron que se podía sembrar sin mover el suelo, me pareció una locura. Lo hice en el año 1995. Hasta que después, en 1997 íbamos todos al campo de Gastón Fernández Palma, en Necochea, y veíamos la maravilla que era.

Desde entonces, Almassio sabe que la siembra directa es lo más conveniente para los suelos y la aplica casi siempre, siempre que se pueda. Pero comenzó también a desafiar otras lógicas: cuando los granos valían mucho y todos en la zona echaban a sus vacas, el incorporaba las extrañas Wagyú, una raza de origen japonés que produce uno de los bifes, los famosos kobe, más cotizados del mundo. Luego llegaron las ovejas y su incorporación a un grupo de productores de San Cayetano, Los Mayines, que levantó su propia sala para trocear los corderos y vender esa carne por cortes envasados al vacío. Queda claro. No hay cosas establecidas. No hay dogmas.

Vos mostrás tus experiencias para que los productores y los agrónomos se le ocurra hacer cosas diferentes, arriesgar e innovar, no casarse con ninguna tecnología. Pero recién dijiste que hay una grieta o miradas opuestas entre campo y ciudad. ¿De qué sirve mostrar todo esto al habitante citadino que no entiende nada de campo ni le interesa?

Por ejemplo, yo siempre saco una foto de la parte del campo que es mi oficina, y muestro como cambian los colores todos los días. Esas pequeñas imágenes tan simples a mucha gente le gustan. Por ejemplo, la cría de los corderos o el trabajo con la hacienda. Sobre todo porque yo tengo mucha mascota, tengo una fundación de animales. Yo no soy vegano, pero a los animales los cuido más que a mí. Viven mejor que yo mientras están en el campo, Si bien el destino final será carne, desde el primer día hasta el último que se van, hasta el momento en que se cargan, es fundamental el bienestar animal. Eso lo muestro. Cuando por ahí queda algún corderito sin madre muestro como lo voy criando… Una vez puse una foto de las manzanas, o de la carne, o sea de todas las cosas que uno puede hacer en el campo. ¿Cuánta gente quisiera tener un poquito de tierra para poder hacerlo?

¿Crees que la gente se entusiasma con eso?

De hecho, ahora tengo un muchacho. Tengo a mi empleado de siempre, pero cuando se fue de vacaciones tuvimos un empleado nuevo con muchas ganas de trabajar. Le dije “mirá lo que tenemos, todas las posibilidades acá de criar un pollo, de hacer un montón de cosas”. Y bueno, me di cuenta que por ahí hay gente joven que a veces no tuvo la posibilidad. Que no es que está todo perdido.

¿Él aceptaba la invitación a producir cosas distintas?

Sí, sí. Estamos haciéndolo en este momento. Justamente hoy me dio mucho entusiasmo, porque además le gusta aprender, escucha, le interesa ver por qué pasan las cosas. Eso me entusiasmó. La mujer lo acompaña bien y vive en San Cayetano, pero está viniendo cada tanto al campo. Por supuesto que le hice un contrato con ART y todo. Ese es todo un tema también, que debería ver la política, los gobiernos, para ayudar a los productores más chicos que queremos dar laburo que lo podamos hacer. En lugar del pago con el plan social, sería bueno que me ayuden a pagar las cargas sociales de los empleados. Yo puedo tomar uno porque trabajo aparte de ingeniero agrónomo afuera.

¿Si fueras productor únicamente, con el ingreso de tu propia explotación no podrías pagar un empleado?

No. Y por eso los campos se terminan alquilando y todo son taperas alrededor. O sea, hay un éxodo rural que no pasa solamente en Argentina, está pasando en otros lugares también. Nadie quiere estar en el campo, no es solo Argentina, es Estados Unidos también, en Australia también. Por eso es que Australia tiene que tomar mano de obra de afuera y pagarla bien.

¿Sucede en todas las actividades?

Acá hay una gran diferencia entre lo que es la agricultura y la ganadería. El empleado de la agricultura gana muy bien, porque gana el sueldo y a su vez gana toda la extra que pueda tener por la siembra, por la cosecha. Y además trabaja con máquinas muy modernas que estimulan a la gente más joven por el tema de la tecnología. Van con casilla que son a veces mucho mejores que las propias casas que tienen y los días que están feos no se trabaja. En cambio, lo que sigue estando relegado es la parte ganadera, porque el trabajo es muy sacrificado y se tiene que vivir en el campo. Es muy difícil. Hoy está habiendo algunos modelos de gente que va y viene, que tiene su familia en el pueblo. Además de ser productor, es muy difícil ser productor agropecuario y tener hoy con un campo chico y tener un empleado. Se hace muy cuesta arriba.

¿Por eso cuidás tanto a tu empleado?

En la parte ganadera la clave es el trabajador rural, es un trabajo muy sacrificado. Yo lo valoro mucho porque lo vivo. Yo la foto que saco de José Mendoza, mi empleado hace 15 años, implica una especie de señal. Yo saco fotos con sequía, con inundación, de noche, con un calor tremendo. La foto la saco yo, pero la estrella es él para mí. Cuando voy a trabajar a otro campo, como ahora, trato de llevarme excelente con los empleados, porque yo todos los trabajos los hice, entonces tengo esa empatía que a veces falta y creo que eso es interesante entender.

Almassio nunca pierde la ternura y quizás esa sea la clave que le permite captar y transmitir lo esencial. Cuando lo entrevistamos le contaba a todo el mundo que la hija de un trabajador rural amigo suyo, que asiste a una escuela con solo tres alumnos y que suele acompañarlo a las recorridas por el campo, primero quería ser “doctora de animales” y ahora que conoció a Gustavo quería ser “doctora de plantas”.
Eso a mí me motivó, me entusiasmó. Y entonces ahora cada vez que voy me acompaña. Y yo siento que voy a poner el granito de arena para que el día de mañana la hija de Luciano y de Leticia, de dos empleados rurales, sea una agrónoma. Esas cosas me motivan en un país en el que lo estamos pasando muy mal, donde la gente está cada vez peor, donde la clase media se está destruyendo, donde cada vez los chicos jóvenes emigran. No es que voy a contar algo que no existe. Yo quiero contar cosas que existen y que sirvan para motivar a otra gente. Si esas fotitos, esos videos, sirven para que la ciudad vea cómo se labura en el campo.

¿Y por eso será que te aterra la imagen del campo despoblado y las taperas?

No me gusta. Bueno, yo de hecho no tengo vecinos, tengo que comprar todo, la yuca para José, porque no tengo un vecino para pedirle. No sé si será una reminiscencia del pasado, de cuando yo era chico, cuando veía otra cosa, veía un campo con gente multicolor. Hoy de la mano de los avances de la agricultura, prácticamente no hace falta que haya gente. Pero eso a mí no me gusta. También pasa en el estado de Kansas.

¿Pero es solo el avance de la agricultura o es también el retroceso de la política pública, de la falta de iniciativas para recuperar el campo como lugar de vida?

Cuando me refiero a la agricultura me refiero a la tecnificación, que bienvenida sea. Pero creo que sí, que debería haber una política de Estado para ver también qué producción se quiere, porque si solamente estamos preocupados por el dólar soja, no nos importa nada de la producción. Entonces convertimos todas en tontas asimetrías. Pero vamos más allá de este gobierno. En los anteriores también no hubo una política agropecuaria para que se inserte la gente en el campo. Quizás no el dueño, pero al empleado con su familia hay que protegerlo. Soy un utópico de eso.-

Fuente “Bichos de Campo”.-