Ezequiel Altamira, un adolescente de 16 años, falleció tras una violenta agresión sufrida al salir del boliche “The Club” en Ituzaingó. Según fuentes policiales, el crimen habría sido cometido por un chico de tan solo 14 años, quien junto a otros dos jóvenes, supuestamente lo atacó para robarle el celular. Este caso ha revivido el dolor y la polémica en torno al crimen de Fernando Báez Sosa, ya que ambos episodios evidencian la gravedad de la violencia juvenil en el país y el vacío legal que deja sin condena a los agresores no punibles.
La madrugada de aquel fatídico viernes, Ezequiel y sus amigos habían caminado hasta una plaza cercana para esperar un remis cuando fueron interceptados por un grupo de jóvenes. Tras una breve mirada desafiante, dos de ellos decidieron volver hacia la víctima. Uno de ellos, de 14 años, lo habría golpeado por la espalda y continuado la agresión hasta dejarlo en el suelo, llevándose luego su celular. Ezequiel regresó a la casa de un amigo y se fue a dormir, pero a la mañana siguiente no respondió; había fallecido.
Las cámaras de seguridad captaron el momento en que el grupo se desplazó hacia la plaza, permitiendo a la policía identificar y detener a tres jóvenes, incluido el menor de 14 años, su hermano de 19 y otro adolescente de 17. Sin embargo, la situación judicial se complica: el principal sospechoso no es punible debido a su edad, lo que genera inquietud sobre las posibles consecuencias, ya que solo podría estar internado en un instituto de régimen cerrado por uno o dos años sin recibir una condena formal. Esta falta de castigo recuerda a la situación de los agresores en el caso Báez Sosa, quienes, aunque mayores de edad, también generaron un fuerte debate social sobre la responsabilidad y las penas adecuadas para este tipo de crímenes.
El trágico final de Ezequiel también despierta dudas sobre la intervención del Estado en los casos de violencia juvenil y los límites de la responsabilidad penal para los menores. Con esta nueva pérdida, la sociedad se enfrenta nuevamente a una tragedia que cuestiona el sistema penal juvenil y reclama respuestas para evitar que casos como el de Fernando Báez Sosa y Ezequiel Altamira se repitan sin justicia suficiente.