
por Mag. Ivana P. Carena (MN 29.240) Miembro adherente de APdeBA, IPA y FEPAL.
Se han mencionado elementos psicopatológicos y culturales entre otros. Me interesa discutir el plano en el que nos impacta a los adultos desde el lugar de referentes para otras generaciones.
En la trama, se ponen de relieve elementos sociales actuales: redes sociales, paradigmas de feminidad, masculinidad, elementos de consumo y cómo los sujetos podemos quedar todos “presos” de estos modelos de intercambios interpersonales, si se los puede llamar como tales. En realidad, dichos intercambios, se plantean con una lógica de relaciones de un sujeto - objeto y no sujeto - sujeto. En esta primera lógica, se toma al otro ser humano, como un objeto, al que puedo amar, idealizar o ningunear, despreciar e incluso “descartar”, desde una perspectiva egoísta y egocéntrica, sin la posibilidad de un verdadero intercambio entre dos o más, con sus matices, con lo que el otro “es”. Se prescinde de la perspectiva “humana” del otro. Desde la segunda lógica, en cambio, se crea la posibilidad de un vínculo entre las personas, con sus alteridades, inseguridades, diferencias, aptitudes, pensamientos.
Volviendo al planteo en relación a los adultos como posibles referentes de los niños y adolescentes: ¿ qué modelos de adultos somos? ¿Podemos cuestionar desde una verdadera “autoridad” estos tipos de relaciones? ¿O, somos también sujetos “sometidos” a estos modelos des- subjetivizantes, des -vinculantes?
¿Cómo entender la autoridad? Por supuesto, que no es a una manera de dominio sobre otro, lo cual sería un autoritarismo. La autoridad invita a un trabajo donde aparece la posibilidad de ser “autor”, “protagonistas activos” . La autoridad no se basa en la fuerza, ni en la imposición, sino en el lazo, en la relación, que ordena. (Lewkowicz, 2004)
En la serie se observan todo el tiempo “fragmentos”, intentos de legalidades pero desde leyes impuestas por afuera, leyes del “mercado de los likes”, en las redes, leyes de los docentes que intentan poner “orden sin diálogo”, la ley de los policías que buscan la “culpa”. Se observan tránsitos, fragmentos. En la lógica del mercado se dice: “hace lo que quieras, decí lo que quieras, opina lo que te parezca.” No hay una discriminación, una valorización, un poder pensar estos intercambios sin relación entre las personas, los cuerpos, donde se “habiten” los vinculos. El lugar de los adultos; padres, docentes, entrenadores deportivos, líderes juveniles, es el de ser promotores de diálogos donde se reconozca al otro como semejante, como alteridad,como un otro diferente pero con su subjetividad, donde se apele al vínculo con otros. Cuando existe la posibilidad de ver, escuchar a otro, de conocerlo con sus intereses, sus ideas, se puede compartir, se pueden construir otro tipo de ligadura, pensarlo como un semejante.
En este sentido, el maestro, el adulto puede ser alguien que “no conozca todos los códigos adolescentes”, tema que se puso en cuestión últimamente con las terminologías de “incel”, “80-20”, etc. Sino que puede ser alguien que enseña, no desde el “saber”, sino desde colocarse “al lado”, generando condiciones para implicarse con el otro, comprendiendo, sin imponerse, sin coacción, promoviendo algo nuevo, inédito más compatible con la idea de partir de un problema compartido, un tema que a todos afecta en alguna medida, desde un “no saber” para acceder a un “habitar” nuevos paradigmas con un sentido crítico y valorativo, que cuestione los modelos impuestos inadvertidamente a todos, en el mundo contemporáneo.
Que nos impacte la serie, creo que es una buena señal, que apela a poder cuestionarnos y “volver a barajar”, buscando nuevas estrategias de lazo, de diálogo, de vínculos genuinos y no meros reproductores de cultura del consumo y de paradigmas superficiales y fragmentarios. ¿Podremos como adultos habitar estos nuevos lugares que reclaman las nuevas generaciones?