
La votación se realizará el próximo 7 de septiembre y se eliminarán las PASO, en un movimiento que reconfigura por completo el tablero político bonaerense y expone las tensiones internas de un peronismo aún golpeado por la derrota de 2023.
En los pasillos de Casa de Gobierno aseguran que la medida responde tanto a razones operativas —como la inviabilidad técnica de implementar elecciones concurrentes con boleta papel— como a una lectura política estratégica: “Ganar la elección provincial es hoy el mejor escenario para el peronismo”, sostienen.
El anuncio no sorprendió ni al oficialismo ni a la oposición. Según trascendió, la decisión fue anticipada en encuentros reservados con referentes clave como Sergio Massa y Máximo Kirchner. “Se pueden discutir las condiciones, pero había que resolver el esquema electoral”, fue el mensaje que bajó el mandatario a su círculo más cercano.
En Gobernación niegan versiones de fractura interna o conflictos con sectores como La Cámpora y relativizan la posibilidad de una ruptura con Cristina Fernández de Kirchner, pese a que el desdoblamiento podría desacomodar sus posibles aspiraciones nacionales. “No considero una ruptura que Cristina quiera ser candidata”, afirman desde el entorno del gobernador.
Kicillof busca aprovechar el terreno propio, donde el oficialismo aún conserva músculo político, para despegarse de la dinámica nacional y evitar quedar arrastrado por una eventual derrota del peronismo en el país. “Todos buscan separar las elecciones para ganarle a Milei porque no tiene peso en los territorios. No se entiende por qué nosotros no podríamos hacerlo”, argumentan.
A su vez, se impulsa un proyecto de ley para eliminar las PASO en la provincia, una jugada que busca ordenar el tablero interno sin abrir una competencia que podría desgastar aún más al espacio.
Mientras tanto, figuras como Victoria Tolosa Paz ya salieron a respaldar públicamente la decisión: “El camino a la victoria es con Axel”, afirmó la diputada, llamando a militar el proyecto del gobernador.
En definitiva, Kicillof no solo juega una ficha clave en términos electorales, sino que se posiciona como el posible conductor del nuevo peronismo. En un escenario donde aún no hay liderazgos claros tras la salida del poder, el gobernador apuesta a reinventar la propuesta política bonaerense y, con ello, marcar el rumbo del espacio a nivel nacional.
La elección del 7 de septiembre será, así, mucho más que una disputa local: será el primer round de una batalla mayor por el futuro del peronismo. Y Kicillof, ya sin PASO ni ataduras nacionales, quiere ser el protagonista principal.