
En una reciente charla partidaria y en declaraciones radiales, Cerezuela criticó la rendición de cuentas del Ejecutivo local y dijo que el gasto extra de 6 mil millones de pesos “es deuda que se patea para adelante”. Basado en su experiencia como comerciante, afirmó que la Municipalidad está “muy mal administrada” y que él lo ve “con datos reales”.
Lo que parece no entender el aspirante libertario es que una cosa es administrar una bicicletería con stock y caja chica, y otra muy distinta es gobernar una ciudad con miles de empleados, obras públicas complejas y servicios esenciales que dependen de múltiples variables económicas, técnicas y sociales.
Cerezuela, alineado con la visión de Javier Milei, dice no venir de la política y tener “todo por aprender”, pero no duda en emitir juicios sobre el aparato estatal como si fuera lo mismo vender infladores que administrar hospitales, calles o jardines maternales.
El riesgo de llevar la lógica del “ajuste” al extremo y con este nivel de desconocimiento puede ser catastrófico para Necochea. Gobernar no es improvisar con un manubrio y un destornillador: es gestionar con responsabilidad, planificación y capacidad.