
por Benjamín Vázquez
La intensificación de los controles sobre animales sueltos en la vía pública, liderada por el área de Prevención y Monitoreo, no es sólo una medida de seguridad vial: es una señal de autoridad y de respeto a la convivencia ciudadana. En un contexto donde muchas veces el Estado parece ausente, aquí el municipio se hace cargo, investiga, sanciona e incluso proyecta un protocolo de resguardo para los animales. Lo hace con seriedad, articulando con instituciones educativas como la Escuela Agraria de Santamarina, mostrando que no se trata de improvisar, sino de gestionar con método.
Lo mismo puede decirse de la colocación de semáforos en un cruce clave del Barrio Sudoeste. Allí donde antes reinaba el caos vehicular y la incertidumbre peatonal, hoy avanza la infraestructura urbana. La respuesta no fue ni tardía ni decorativa: nació de la escucha directa a los vecinos durante la recorrida de la Oficina Móvil. El nuevo equipamiento se suma a una obra fundamental como el asfaltado de la Avenida 58, realizada durante la primera gestión de Rojas. Es decir, planificación continua y política con memoria.
Y mientras tanto, el municipio también pone el foco donde suele haber más sombras: el control ambiental de las industrias. Con inspecciones semanales en conjunto con la Provincia, la Dirección de Gestión Ambiental no solo verifica normativas: construye un modelo de desarrollo productivo alineado con la sustentabilidad. La implementación de herramientas digitales y la promoción de mejoras en los procesos industriales reflejan una política que no demoniza a la producción, pero tampoco le otorga impunidad. Esa es la madurez que se necesita.
En definitiva, lo que muestran estas tres políticas —seguridad vial, ordenamiento urbano y control ambiental— es una misma matriz de gestión: la de un Estado municipal presente, que no se limita a anunciar, sino que ejecuta. Que no especula con la queja vecinal, sino que la toma como guía. Que articula con otros niveles del Estado sin delegar su responsabilidad.
Mientras otros dirigentes políticos se pierden en discursos o internas, Arturo Rojas y su equipo siguen haciendo. Y en estos tiempos, hacer con sentido, escuchar con humildad y planificar con responsabilidad, es el mayor acto de política transformadora que una ciudad puede recibir.