
“Me quieren presa o muerta, pero no van a evitar que el pueblo vuelva”, lanzó Cristina desde el escenario, en una frase que resonó como advertencia y reafirmación de liderazgo frente a sus detractores.
Acompañada por dirigentes nacionales y locales, la expresidenta apuntó contra el gobierno nacional actual y reivindicó las políticas de sus gestiones y las de Néstor Kirchner. “En esos 12 años los correntinos tenían electricidad y la podían pagar. Los pibes en la secundaria tenían netbooks, las universidades llegaban a todas las provincias y la gente vivía mejor”, remarcó.
Cristina aseguró que “lo que nunca me van a perdonar es que logramos el desempleo más bajo de la historia” y desafió a sus críticos: “No nos van a borrar de la memoria, por más que quieran”.
Sin nombrarlos directamente, arremetió contra los sectores que hoy gobiernan: “Desde que están los ‘honestos’, la gente cada vez vive peor. Es una derecha mafiosa y cínica”.
En tono combativo, pero con un llamado a la organización, la expresidenta cerró: “No hay que llorar sobre la leche derramada, sino volver a organizarnos. Cada uno tiene que estar en el lugar que más sirve”.
El acto también marcó una señal interna: se espera que en los próximos días se oficialice un principio de entendimiento entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof, lo que podría reconfigurar el tablero electoral dentro del peronismo de cara al 2026.