
El evento, que se ha convertido en un clásico del calendario local, promete una noche cargada de simbolismo, fuego purificador, gastronomía típica y danzas tradicionales.
Bajo el lema “Pedí deseos, disfrutá del baile y probá txistorra”, la celebración invita a toda la comunidad a participar del ritual ancestral. Como es costumbre, se alienta a vecinos y vecinas a llevar sus deseos escritos en papelitos, para arrojarlos al fuego durante la ceremonia. Este gesto simbólico representa tanto el anhelo de cumplir metas como el deseo de dejar atrás aquello que se quiere soltar.
En esta oportunidad, a diferencia de otras ediciones, no se quemará un muñeco, sino que se prenderá una fogata de gran tamaño, pensada especialmente para destacar el poder simbólico del fuego como elemento transformador. “Festejamos el solsticio de invierno porque creemos en el poder purificador del fuego, que le da fuerza al sol, nos concede los deseos y se lleva todo aquello malo que nos está molestando”, expresó Maite Bilbao, integrante del Centro Vasco.
Luego del encendido de la hoguera se realizarán las tradicionales romerías vascas, con bailes típicos y platos característicos de la gastronomía vasca, entre ellos txistorras, lomos y pinchos, creando un ambiente festivo que apunta tanto a la conexión con las raíces culturales como al disfrute comunitario.
Aunque la festividad lleva el nombre de San Juan, su origen es mucho más antiguo que el cristianismo. Se trata de una celebración de raíz pagana vinculada al solsticio de verano en el hemisferio norte, que se produce el 21 de junio. En esa fecha, las civilizaciones antiguas encendían hogueras para enviar fuerza al sol, que comenzaba a perder intensidad a medida que los días se acortaban. Con la expansión del cristianismo, la festividad fue incorporada al calendario litúrgico, y se trasladó al 24 de junio para conmemorar el nacimiento de San Juan Bautista.
En el hemisferio sur, donde el 21 de junio marca el inicio del invierno y la noche más larga del año, el fuego adquiere también un valor simbólico especial: representa el regreso de la luz y la esperanza en el renacimiento del ciclo natural.
La Quema de San Juan en Necochea recupera ese espíritu ancestral y lo adapta al contexto local, en una noche que convoca a grandes y chicos, integrando cultura, tradición, deseos y comunidad en torno a la luz del fuego.