
por Horacio Castelli
Lejos de un gobierno que combata a la “casta”, lo que presenciamos es una administración que parece librar una batalla contra la propia nación, buscando una Argentina en minúscula: dependiente y de rodillas.
La preocupación es palpable ante lo que muchos consideran una avanzada contra la soberanía nacional. Sectores clave como la ciencia y la tecnología han sufrido golpes devastadores, con el desfinanciamiento y el desmantelamiento de organismos que fueron pilares del desarrollo argentino.
El CONICET, el INTI y el INTA, instituciones que posicionaron a nuestro país junto a naciones del “primer mundo” en investigación y desarrollo, hoy enfrentan una situación crítica. Lo mismo ocurre con ARSAT, muestra de la capacidad tecnológica y satelital argentina, cuyo futuro se vuelve cada vez más incierto.
La visión de un país reducido a un mero productor de materias primas, con su comercio manejado por fondos buitre y actores privados, alarma y moviliza.
A esto se suma el ajuste en áreas esenciales como la salud y la educación, pilares fundamentales para el desarrollo de cualquier nación. La infraestructura vial, vital para un territorio de extensión continental, también se encuentra comprometida.
Las denuncias sobre el destino de fondos específicos, como los de la CONABIP (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) y el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales), resultan particularmente graves.
Estos fondos, que no provienen del erario público general sino de impuestos específicos a los juegos de azar y a entradas de cine y plataformas de streaming, son considerados recursos que se le están robando a la cultura y al pueblo.
La pregunta “¿Dónde está toda esa plata?” resuena con fuerza entre una ciudadanía que también ve con preocupación cómo el IVA que todos pagan no se traduce en beneficios reales.
La amenaza de privatizar rutas y restringir el libre tránsito de los argentinos por su propio territorio — evocando casos como el de Lewis en Lago Escondido — intensifica la sensación de despojo.
Para muchos, este panorama es el resultado de un saqueo estructurado por poderes económicos, ejecutado por un gobierno al que consideran un “empleado del año” de intereses foráneos, un simple “monigote de sus empleadores”.
Frente a este escenario, el llamado a resistir y defender la Patria se vuelve imperativo.
La referencia a figuras históricas como San Martín, Belgrano y Güemes no es casual: invoca el espíritu de quienes lucharon por la independencia y la soberanía. Hoy, la ciudadanía se siente interpelada a ponerse en su lugar para defender al país de lo que perciben como un nuevo intento de colonización.
En este 9 de Julio, Día de la Independencia, el grito de ¡Viva la Patria, aunque perezca! vuelve a escucharse como un llamado a la acción y a la defensa de la soberanía argentina frente a los desafíos actuales.