
“Nuestra tarea va a ser fiscalizar lo que hace el Gobierno Ejecutivo, luchar y poner todas las trabas necesarias para que el Gobierno no haga un dislate con el dinero de los necochenses”, soltó Cerezuela, como si su rol fuera bloquear antes que construir.
Su discurso no sólo es contradictorio, sino que evidencia un desconocimiento alarmante de la realidad municipal. Mientras promete “ordenar las cuentas” y denuncia un supuesto desorden financiero, se olvida (o nadie le informó) que el municipio de Necochea hoy muestra superávit fiscal, redujo su deuda a mínimos históricos y alcanzó el 100% de índice de transparencia, logros que pocas gestiones pueden mostrar.
Cerezuela, sin un solo proyecto concreto conocido, se presenta como la copia berreta de otros dirigentes que en el pasado prometieron “poner frenos” y terminaron haciendo las peores elecciones de su historia. Hoy repite casi textual la frase que usó Gonzalo Diez en 2021: “Mi objetivo en el Concejo es ponerle un freno a Rojas”. Resultado: el radicalismo tocó piso en las urnas.
Por si fuera poco, el improvisado libertario habla de fiscalizar el gasto público, ignorando que este gobierno redujo la deuda del 39% (2019) al 14% (2024), pagó deudas atrasadas y puso el foco en áreas clave como Salud Pública, que recibió más del 30% del presupuesto. Todo, además, con el aval de rendiciones de cuentas impecables y transparentes.
Mientras tanto, Cerezuela no detalla propuestas ni habla de proyectos. Su único plan es bloquear. En vez de debatir ideas y sumar soluciones, prefiere los insultos, la chicana fácil y la prepotencia como bandera. Una muestra más de que improvisar slogans libertarios y gritar no alcanza para gobernar.
Necochea necesita representantes que gestionen, propongan y acompañen a resolver problemas reales. Poner trabas no es gobernar. Es retroceder.