
La noticia sacude al mundo del deporte, pero también a miles de personas que seguían su historia de vida marcada por la lucha, la pobreza, el hambre y una resiliencia que la convirtió en referente no solo arriba del ring, sino también fuera de él.
Una vida de película
Nacida en Jujuy, criada en la pobreza extrema y sobreviviente de violencia de género, Oliveras construyó una carrera formidable a fuerza de voluntad y coraje. Con 33 victorias (16 por nocaut), 3 derrotas y 2 empates, fue campeona mundial en seis oportunidades y en cinco categorías distintas, un récord que le valió el ingreso al Salón de la Fama del Boxeo Sudamericano en 2024.
Fue la primera mujer argentina en conseguirlo y también la primera en recibir el Guinness World Record por ganar títulos mundiales en cuatro divisiones diferentes. Su primer cinturón lo obtuvo en 2006 y, aunque perdió en 2008 frente a Marcela "La Tigresa" Acuña en una pelea polémica, su figura nunca dejó de crecer.
“Empecé mi camino para convertirme en la primera boxeadora de la historia en ganar cuatro títulos mundiales en todas las categorías de peso. Cada pelea por el título terminó en nocaut”, había contado orgullosa.
La “Locomotora” fue una luchadora en todos los sentidos. “Vengo de la miseria, la pobreza y el hambre”, solía recordar. En entrevistas confesó que, de niña, comía palomas para sobrevivir. Empezó a trabajar con su padre en el campo a los 7 años, y soñaba con ser abogada, cantante, karateca y hasta astronauta.
Cuando sufrió violencia doméstica y su expareja golpeó a su hijo, tomó la decisión que cambiaría su destino: entrenar para defenderse. A partir de ahí, su carrera boxística la transformó no solo en campeona, sino en un símbolo de empoderamiento.
Alejandra Oliveras fue mucho más que una atleta. En sus últimos años, se convirtió en una voz motivacional, ofrecía charlas, ayudaba a personas en situación vulnerable y estudiaba Psicología para poder asistir profesionalmente a quienes la buscaban. “A mí me hubiese encantado que me digan ‘vos podés’. Por eso, ahora soy yo quien lo dice a otros”, solía decir.
También incursionó en la actuación y tenía previsto estrenar una obra de teatro en 2025 con un ring sobre el escenario. Además, soñaba con llevar su vida al cine: “Quiero hacer una película para mostrar que, incluso cuando te toca lo peor, podés salir adelante”.
El día de su internación, Oliveras tenía previsto participar como delegada del Frente de la Esperanza en la Convención Reformadora de la Constitución provincial de Santa Fe. Su compromiso cívico y social estaba a la par de su disciplina deportiva.
En una de sus últimas entrevistas, dejó una reflexión que hoy resuena más fuerte que nunca:
“Tenemos dos opciones en la vida: una vida de mierda por tus decisiones o una vida fantástica porque luchás. El ganador o ganadora es quien nunca se rinde”.
Alejandra “Locomotora” Oliveras se fue como vivió: peleando hasta el final, dejando una huella profunda en el deporte, en la sociedad y en cada persona que alguna vez necesitó una palabra de aliento para seguir.