
El testimonio de Mirian Salvador, una paciente con cáncer de mama que realiza su tratamiento en el Hospital Municipal “Emilio Ferreyra”, fue el punto de inflexión en una crisis sanitaria que viene gestándose desde que el PAMI decidió trasladar de forma masiva sus cápitas a la clínica Cruz Azul. La historia, publicada por Necochea Digital, encendió la indignación en redes sociales y en la sede local de PAMI, donde cada vez más afiliados manifiestan incertidumbre y maltrato.
Mirian expresó con firmeza y dolor su rechazo al cambio. “Nos sacan del hospital donde nos salvan la vida”, dijo, señalando que la Cruz Azul no cuenta con los servicios ni la estructura mínima para atender pacientes oncológicos. “No hay mastólogo, ni oncólogo, ni ambulancia. Hay solo 15 habitaciones, muchas veces hacinadas”, denunció. Su relato expuso el desamparo en el que quedan miles de jubilados, obligados a atenderse en un lugar que no eligieron.
A este caso se suman otros testimonios de afiliados que descubren recién al necesitar una prestación que su cápita ya no está en el hospital, sino en la clínica. “Nos cambian sin avisar. Somos rehenes”, escribió una mujer en redes sociales luego de ser informada en la oficina de calle 62 que había sido trasladada “inconsultamente”.
La situación no solo genera malestar por la falta de información y organización, sino que se agrava por otro problema crítico: la escasez de médicos de cabecera. PAMI no cuenta con la cantidad necesaria para atender la demanda en Necochea, lo que provoca demoras en turnos, derivaciones y seguimientos. Todo esto, en una población que más que nunca necesita una atención cercana, ágil y humana.
Desde el municipio, se envió una carta documento a las oficinas centrales del PAMI solicitando que se revea esta medida, pero aún no hubo respuesta. Mientras tanto, los principales referentes de La Libertad Avanza en Necochea, el concejal Mariano Valeante y el candidato Juan Cerezuela eligieron llamarse a silencio. No emitieron ni una declaración, ni ofrecieron explicaciones. Una actitud que, en este contexto, muchos consideran vergonzosa e irresponsable.
La incertidumbre sigue creciendo y el enojo también. “¿Qué pasa si te llevan a la guardia de la clínica y te morís esperando un especialista que no tienen?”, preguntó con angustia otra vecina. La pregunta retumba como un grito de alerta ante una decisión política que, lejos de mejorar el sistema de salud, parece empujarlo al abismo.
El Hospital Municipal no es solo un efector de salud: es un símbolo de la comunidad necochense. Desfinanciarlo o vaciarlo de pacientes es, en palabras de muchos vecinos, una tragedia anunciada.