La farsa libertaria queda al desnudo: quienes juraban terminar con la vieja política ahora ponen precio a la militancia. Si se multiplican los $30.000 por las 257 mesas del distrito, la cuenta da $7.710.000. Sí, casi 8 millones de pesos en efectivo para garantizar que alguien les cuide la boleta.
La épica se reduce a un sándwich y una recarga de celular. Y lo peor: Cerezuela pide que los fiscales sean “gente de confianza” porque, según él, “defender las elecciones también es contribuir con la democracia”. Todo por unos billetes y una vianda.
El libertario que se llena la boca hablando de austeridad se convierte en el político más básico de todos: paga por presencia, compra compromiso y mendiga lealtades y ni siquiera sabe la fecha en que se vota (en el audio, dice domingo 8). La motosierra no arranca, pero la billetera funciona.
La maniobra despierta cada vez más sospechas: la quita de cápitas de PAMI al Hospital Municipal, derivadas a la Clínica Cruz Azul por un monto cercano a los 180 millones mensuales, podría estar sirviendo para financiar la campaña libertaria de Cerezuela, Vallota y Valiante.
La ironía es brutal: los “anticasta” no solo copiaron lo peor de la política que critican; lograron superarla en cinismo.