
Si bien en el acumulado del año se registra un alza del 6,2% en comparación con 2024, el escenario se ve condicionado por la pérdida de poder adquisitivo, la presión fiscal y las dificultades de financiamiento. “El 35% de los comercios relevados afirmó que su situación empeoró frente al año pasado, cinco puntos más que en julio”, advirtió el informe.
El Día de la Niñez aportó algo de movimiento, aunque de manera heterogénea y sostenido casi exclusivamente por promociones y planes de pago. El consumo se concentró en volúmenes reducidos y productos esenciales, con ventaja para las compras presenciales por sobre el canal digital.
El único sector que mostró una variación positiva fue farmacia, con un mínimo crecimiento del 0,2%. El resto registró caídas importantes: bazar, decoración, textiles para el hogar y muebles (-10,4%); perfumería (-8,9%); indumentaria (-4,8%); ferretería y materiales para la construcción (-1,9%); alimentos y bebidas (-0,9%); y calzado y marroquinería (-0,8%).
La debilidad del consumo privado se vincula con el estancamiento de los salarios frente a la inflación, lo que obliga a los hogares a priorizar lo indispensable y reduce el margen de gasto en bienes discrecionales.
El retroceso del mercado formal contrasta con la expansión de la venta callejera. Según el Observatorio de Comercio y Servicios de la CAC, en agosto se detectaron 160 puestos ilegales en la Ciudad de Buenos Aires, un 10,3% más que en julio.
Aunque en términos interanuales se mantiene una baja del 86,6%, el repunte encendió las alarmas. La avenida Avellaneda volvió a ser el epicentro, concentrando casi la mitad de los stands. Los rubros más comercializados son alimentos y bebidas (46,4%) e indumentaria y calzado (32,5%).
Además, los casos de piratería aumentaron 11,1% respecto al mes anterior, principalmente en indumentaria, calzado y productos de óptica.
El informe de CAME refleja un clima de incertidumbre: el 49% de los comerciantes confía en que la situación mejorará en 2026, mientras que un 9% cree que la crisis se profundizará.
Con ventas formales en retroceso, consumo cada vez más concentrado en lo básico y un mercado informal en expansión, el comercio atraviesa un escenario complejo. Entre la falta de reactivación sostenida y el deterioro del poder adquisitivo, los comerciantes se ven obligados a sobrevivir con estrategias defensivas, mientras los consumidores ajustan sus hábitos de compra al límite.