
El estudio siguió la trayectoria de la cohorte que comenzó primer grado en 2013 y llegó a quinto año en 2024, tomando como referencia los datos del Relevamiento Anual y las pruebas Aprender.
Aunque el porcentaje de alumnos que llega al último año en el tiempo esperado creció (63 de cada 100), los niveles de aprendizaje retrocedieron. Entre 2022 y 2024, Lengua mostró una leve mejora (+2,7 puntos), pero Matemática registró una fuerte caída (-5,5 puntos).
“Cuando empezamos a medir este indicador, 16 de cada 100 chicos terminaban a tiempo y con aprendizajes básicos. Hoy son 10. La situación se volvió más compleja”, explicó Martín Nistal, analista de datos de la ONG.
La Ciudad de Buenos Aires encabeza el ranking con 23 de cada 100 alumnos que completan el ciclo a tiempo, seguida por Tierra del Fuego y Córdoba (13 de cada 100). En el otro extremo, Chaco apenas alcanza 3 de cada 100, y Santiago del Estero, Misiones y Catamarca, 4 de cada 100.
En cuanto a la proporción de estudiantes que llegan al último año en el tiempo esperado, Santa Cruz (87%), Tierra del Fuego (82%) y Río Negro (75%) lideran, mientras que Misiones (46%) y Santiago del Estero (48%) muestran los peores números.
Entre las causas señaladas aparecen:
Problemas en la alfabetización inicial, que se arrastran durante toda la escolaridad.
Alto ausentismo: uno de cada cuatro estudiantes de secundaria falta al menos 20 veces al año.
Desigualdad socioeconómica, que condiciona las oportunidades de aprendizaje.
Los especialistas remarcan que la baja calidad educativa tiene consecuencias directas en el mercado laboral. “Los buenos aprendizajes están asociados a mejores salarios y a una economía más sólida. Matemática, en particular, es el predictor más fuerte del ingreso de los jóvenes”, advirtió Ivana Templado, economista de FIEL.
El informe sugiere avanzar en:
Planes de alfabetización en Matemática y Lengua desde la primaria.
Formación docente focalizada en contenidos troncales.
Medición temprana de aprendizajes para intervenir a tiempo.
Seguimiento cercano de los alumnos, con apoyo de políticas provinciales y nacionales.
“Esto no se resuelve solo en el aula. Es una deuda estructural del sistema educativo argentino que necesita respuestas urgentes”, concluyó Nistal.