En diálogo con Horacio Castelli en Radio Rivadavia Necochea, la psicóloga Micaela Sánchez brindó un análisis profundo sobre las múltiples violencias que atraviesan las mujeres y los desafíos que aún persisten en el abordaje institucional y social.
“Hay que dejar de poner la culpa en la mujer”
Sánchez destacó que muchas veces el análisis social se centra en la responsabilidad de la víctima, lo cual reproduce estereotipos y prejuicios: “A veces el eje de todo está puesto en la culpabilidad de la mujer, ya sea por prejuicios sociales o incluso por las múltiples violencias que ella misma atraviesa.”
La profesional explicó que la violencia de género abarca distintos tipos: psicológica, emocional, simbólica y física, y que todas ellas condicionan a la mujer en su percepción de la culpa o incluso de la lástima hacia el agresor.
Consultada sobre qué mensaje dar a mujeres que hoy atraviesan situaciones de violencia, Sánchez señaló: “Siempre es poder hablar. La violencia trae silencio y miedo. Hablar con otros, con amigas, con organizaciones. La línea 144, las oficinas de género, las organizaciones feministas… todas son redes posibles de acompañamiento.”
Remarcó que cada mujer necesita su tiempo y su propio recorrido: “No es lineal. No siempre es una salida definitiva. Depende de los miedos, de la dependencia económica, de los hijos, de los atravesamientos. Es un proceso.”
Sánchez detalló los dispositivos disponibles en Necochea y la importancia de su articulación: “Hay oficinas de género, direcciones municipales, la Comisaría de la Mujer, donde se pueden denunciar hechos de violencia. Existen medidas cautelares como restricciones o exclusión del agresor del hogar.”
También subrayó que el Estado, en todos sus niveles, junto con organizaciones y redes comunitarias, debe sostener la salida de la violencia.
La psicóloga advirtió que los estereotipos de género moldean vínculos y justifican prácticas violentas: “En la institución familiar y en la sociedad se reproducen prácticas machistas que luego impactan en las relaciones. No se trata solo de un vínculo entre dos personas, sino de un sistema de opresión.”
Por eso consideró imprescindible revisar actitudes cotidianas: “Chistes, prejuicios, frases comunes… todo eso reproduce violencia simbólica. Nadie está exento. Cada persona puede aportar para cambiar esas prácticas.”
Castelli consultó a Sánchez sobre qué ocurre en el perfil psicológico de los agresores. “Hay estudios sobre masculinidades que analizan qué prácticas y mandatos reproducen los hombres en sus vínculos. Es otro campo de estudio. Vivimos en un sistema que determina cómo deben ser los hombres y las mujeres, y eso también tiene impacto en los hechos violentos.”
Como reflexión final, Sánchez pidió repensar colectivamente las miradas con las que se analiza cada caso: “El mensaje es la educación, en todos los niveles. No hace falta ser experto: podemos pensar si estamos mirando una situación desde el prejuicio o desde una perspectiva que permita acompañar y entender los atravesamientos de esa mujer.”