Según el CEPA, en ese mismo período cerraron o dejaron de emplear en blanco unas 4.660 empresas, lo que refleja la gravedad de la crisis productiva. La caída del empleo formal fue del –2,8%, afectando de manera particular a pequeñas y medianas firmas: las compañías con menos de 500 trabajadores concentraron casi la totalidad de la reducción de empleadores.
Aun así, el impacto no fue uniforme. Mientras que sólo ocho grandes empresas —con planteles superiores a los 500 empleados— dejaron de tener trabajadores registrados, la mitad de los puestos laborales perdidos provino del resto del entramado productivo provincial.

El sector más golpeado fue la industria manufacturera, que sufrió una caída de 25.950 empleos desde la asunción de Milei, marcada por despidos masivos y cierres parciales o totales de plantas fabriles. La construcción, en tanto, perdió otros 24.407 trabajos formales, profundizando una situación ya crítica por la paralización de obras públicas y la retracción de la actividad privada.

El informe advierte que estos números reflejan un deterioro sistémico del empleo formal en el principal distrito productivo del país y anticipa que, de continuar la tendencia, los efectos podrían extenderse aún más en los próximos meses.

