La Asociación del Fútbol Argentino hizo oficial este lunes una batería de sanciones contra Estudiantes de La Plata: seis meses de suspensión para el presidente del club, Juan Sebastián Verón, dos fechas de suspensión para once futbolistas del plantel profesional y la prohibición de ejercer la capitanía durante tres meses para Santiago Núñez. El Tribunal de Disciplina fundamentó todo en el artículo 12 del Código Disciplinario, a raíz del pasillo de espaldas realizado en Rosario como protesta por el título de “Campeón de Liga” entregado a Central sin estar previsto en el reglamento de la temporada.
El episodio volvió a poner bajo la lupa los mecanismos con los que la AFA conduce el fútbol argentino. La decisión de coronar a Rosario Central por sumar más puntos en la Tabla Anual se comunicó como un acuerdo unánime entre los dirigentes, pese a que varios clubes —entre ellos Estudiantes— negaron haber votado. El anuncio se realizó con el torneo ya terminado, y a horas del cruce entre ambos equipos por los octavos de final del Clausura, lo que alimentó aún más la sensación de improvisación y discrecionalidad.
La Liga Profesional ordenó la realización de un “pasillo de campeón” al estilo europeo, pero sin haber aplicado el mismo criterio con otros campeones recientes. La escena terminó dando la vuelta al mundo: el plantel de Estudiantes —según se indicó, por sugerencia de Verón— dio media vuelta y miró hacia la tribuna mientras Rosario Central pasaba. Lo que para el club platense fue una protesta simbólica contra una imposición arbitraria, para la AFA derivó en una sanción fulminante.
En paralelo, distintas declaraciones públicas dejaron en evidencia que la supuesta unanimidad nunca existió. Jugadores como Ángel Di María intentaron defender la resolución, pero fuentes de River Plate y Boca Juniors desmintieron esa versión. Estudiantes, por su parte, comunicó de forma explícita que jamás se votó lo informado por la AFA.
Mientras tanto, Claudio “Chiqui” Tapia volvió a ubicarse en el centro de la escena. En medio del escándalo, aprovechó un acto en Ezeiza para reivindicar su continuidad al frente de la AFA y enviar un mensaje directo a Verón. Recordó que Estudiantes clasificó a los playoffs por una combinación de resultados que incluyó un partido de Barracas Central —club con histórica cercanía al oficialismo— marcado por dos penales insólitos. El comentario expuso con crudeza cómo el presidente de la AFA se permite deslizar alusiones que ningún organismo independiente revisa.
Las sanciones, lejos de cerrar el episodio, reforzaron la imagen de una estructura donde Tapia concentra decisiones y castigos sin contrapesos institucionales. La ausencia de reglas claras, la aplicación selectiva de los criterios y el uso político de las sanciones consolidaron la percepción de un sistema funcional a los intereses de la conducción de la AFA antes que a la transparencia del fútbol argentino.
En este panorama, la sanción a Estudiantes aparece menos como un intento de ordenar la disciplina deportiva y más como un nuevo capítulo de un esquema de poder que se sostiene sobre decisiones intempestivas, votaciones invisibles y un presidente que opera con márgenes que difícilmente se verifican en otras federaciones del mundo.