La revelación tuvo lugar durante su participación en el programa radial “¿Y ahora quién podrá ayudarnos?”, conducido por Ernesto Tenembaum en Radio con Vos. Allí, Valdés decidió poner en palabras una historia desconocida incluso para ella durante muchos años: la muerte de su hermano menor cuando ella tenía apenas dos años.
En su relato, la artista contextualizó una infancia atravesada por la extrema juventud de sus padres y un entorno familiar con reglas rígidas y mudanzas constantes. “Mi mamá tenía 15 años, mi papá 17”, contó, describiendo un hogar marcado por la falta de herramientas emocionales para afrontar situaciones límite.
El momento más impactante llegó cuando relató el episodio central de su testimonio: “Un hermanito mío falleció de muerte blanca al lado mío, pero me enteré cuando tenía veintisiete años”, dijo, con visible emoción. Según explicó, se trató de un hecho del que nunca se habló abiertamente en su familia, pero que dejó huellas profundas en su interior.
Guillermina reflexionó sobre cómo ese secreto familiar operó de manera silenciosa durante años. “Había algo en mí muy complejo, algo tapado. Muchas decisiones de mi vida y la culpa con la que conviví estaban atravesadas por ese hecho”, expresó, señalando que, aunque no tuviera recuerdos conscientes, su cuerpo y su mente habían registrado la experiencia.
La verdad salió a la luz de manera casual, durante una conversación con su abuela, quien mencionó la existencia del bebé fallecido. A partir de allí, Valdés pudo reconstruir parte de la historia y conocer que su hermano se llamaba Facundo, aunque reconoció que no existen fotos ni registros visibles de él.
Con el tiempo y acompañada por terapia, logró empezar a hablar del tema con su madre, luego de pedirle autorización para compartir su historia. “Es mi historia”, sostuvo, marcando la importancia de poder nombrar lo vivido para sanar.
Finalmente, la necochense cerró su testimonio con una reflexión que trasciende lo personal y pone el foco en la salud mental: “Los secretos intrafamiliares, todo lo negado y lo tapado, quedan como un volcán adentro. Por eso está bueno hablar”.
Una confesión valiente que no solo expone una herida íntima, sino que también abre el debate sobre el impacto del silencio, el trauma y la necesidad de hablar para sanar.