
* por Quimey Marfil
Después de varias candidaturas fallidas la FIFA había decidido, en el XXXV Congreso celebrado en 1966, que la Copa del Mundo se disputase, por fin, en Argentina. El clima en el cual se desarrollaría la XI Copa del Mundo no podía ser peor, desde hacía dos años gobernaba el país la más sangrienta dictadura cívico-militar que había sumido al país en un estado de represión generalizado, ahogando toda posibilidad de resistencia y oposición. En poco más de dos años, desde el Golpe del 24 de marzo de 1976, miles de personas habían sido detenidas y torturadas hasta la muerte en los cientos de centros clandestinos de detención que se extendían a lo largo y ancho del país, de los cuales, el más tristemente célebre de ellos, la ESMA, funcionaba a escasos metros de donde, la tarde del 1° de junio de 1978 comenzaría el mayor evento deportivo del mundo, y el 25 de junio una selección se consagraría campeona mundial.
En estas circunstancias, los militares no dejarían pasar la oportunidad de utilizar la Copa del Mundo como una vidriera desde la cual mostrar al mundo la imagen de un país confiable, próspero, “derecho y humano”, en un siniestro juego de palabras que intentaba cubrir las violaciones a los derechos humanos que, si bien podían ser ocultadas a través de la censura y la represión puertas para adentro, ya comenzaban a cuestionarse en el plano internacional, principalmente desde la administración Carter en los Estados Unidos. Además. En el plano interno, el Mundial podría servir como un factor de distracción de la opinión pública y permitiría al pueblo distender, al menos en parte, las tensiones acumuladas luego de dos años de generalizada represión.
Para asegurar el éxito de sus planes, la Junta Militar puso en marcha el Ente Autárquico Mundial ’78 (EAM ‘78), una estructura independiente y con libertad de maniobra que se encargaría de todo los relativo a la organización de la Copa del Mundo y que acabaría transformada en un enorme foco de corrupción que daría como resultado la Copa más costosa de cuantas se habían realizado hasta entonces, con un costo estimado en 520 millones de dólares, casi 400 millones más de lo que se gastaría, por ejemplo, en el siguiente mundial, celebrado en España en 1982.
Para disputar la Copa del Mundo se eligieron seis sedes: el Estadio Monumental y el José Amalfitani en Buenos Aires y el Gigante de Arroyito en Rosario fueron remodelados y modernizados para adecuarse a las exigencias de la FIFA, y se construyeron tres nuevos estadios, el Chateau Carreras en Córdoba, el José María Minella en Mar del Plata y el Ciudad de Mendoza (La Plata y Tucumán habían sido preseleccionadas pero finalmente fueron descartadas como sedes).
El formato del Mundial sería el mismo con el que se había disputado la Copa del Mundo de Alemania cuatro años antes. Por primera vez, la cantidad de países inscriptos superó el centenar. De Sudamérica clasificaron, junto con Argentina, Brasil y Perú, mientras que Uruguay, sorpresivamente quedó eliminado. Por Europa clasificaron, junto con los actuales campeones, Alemania Federal, Polonia, Italia (que eliminó a Inglaterra que sumaba así su segundo Mundial consecutivo sin clasificar), Austria, Holanda, Francia, Suecia, Escocia, España y Hungría. México volvía a ser el representante de la Concacaf luego de su ausencia cuatro años antes, mientras que de África y Asia clasificaron dos seleccionados debutantes: Túnez e Irán.
El 14 de enero de 1978, en el Centro Cultural General San Martín se llevó a cabo el sorteo de los grupos que tuvo como cabezas de serie y candidatos a ganar el Mundial a Argentina, Alemania Federal, Holanda y Brasil. El sorteo deparó que Argentina se enfrentara por el grupo 1 a tres rivales europeos: Italia, Francia y Hungría. El debut del seleccionado comandado por César Luis Menotti se produjo la noche del 2 de junio en el Estadio Monumental, donde Argentina jugaría sus tres partidos iniciales, ante la selección de Hungría. El comienzo no fue el más auspicioso: a los 10 minutos la selección húngara ganaba 1 a 0, pero el empate de Luque luego de un rebote cinco minutos más tarde y el gol de Bertoni sobre el cierre del partido le dieron a la Argentina una ajustada victoria. Cuatro días más tarde nuestra selección volvió a repetir marcador en este caso frente a Francia. Argentina comenzó ganando gracias a un penal en la última jugada del primer tiempo sobre Luque que el capitán Daniel Alberto Passarella cambió por gol. Francia empató transitoriamente en el segundo tiempo a través de Michael Platini, pero un derechazo de afuera del área de Leopoldo Jacinto Luque le dio el triunfo a nuestra selección. El 10 de junio Argentina, ya clasificaba, cerraba su participación en la primera fase ante Italia, que había ganado sus dos compromisos previos. Pese a que ambas selecciones estaban clasificadas el partido era importa ya que decidiría el destino de ambos equipos en la segunda fase, quien ganara el grupo se aseguraría seguir jugando en Buenos Aires, mientras que el segundo debería trasladarse a Rosario para disputar la siguiente instancia. En la fría noche porteña Argentina jugó su peor partido del campeonato y un gol de Roberto Bettega cuando promediaba el segundo tiempo silenció al Estadio Monumental y obligó al conjunto nacional a mudarse a Rosario para jugar los siguientes encuentros en el Gigante de Arroyito. Como dato de color, en el encuentro que enfrentó a las ya eliminadas selecciones de Hungría y Francia, los liderados por Platini debieron jugar con la camiseta de Kimberley de Mar del Plata; un error de la FIFA llevó a que ambas selecciones se presentaran al partido con sus camisetas alternativas, ambas de color blanco. Como ninguna de las selecciones había llevado otras camisetas, un dirigente de Kimberley se acercó a la delegación francesa y ofreció un juego de camisetas; los galos aceptaron y así cambiaron por un día la tradicional “bleu” por los bastones verdes y blancos del “dragón” marplatense.
En el grupo 2 los campeones sufrieron más de la cuenta para clasificar. Los alemanes dieron comienzo al Mundial el 1° de junio con un empate sin goles ante Polonia. Si bien golearon a México 6 a 0 en la segunda fecha, clasificaron luego de un ajustado empate también en 0 ante los debutantes tunecinos en la última fecha. El grupo fue liderado por los polacos, que después del empate inicial, vencieron a Túnez y a México y se aseguraron la primera colocación.
El grupo 3 encuadró a Brasil, España, Suecia y Austria. La sorpresa la dieron los austríacos, quienes se aseguraron la clasificación luego de dos victorias consecutivas ante España y Suecia. Brasil apenas logró un empate ante Suecia y estuvo a punto de quedar eliminado ante España en la segunda fecha, pero los españoles desperdiciaron un gol increíble bajo el arco cuando finalizaba el partido y el encuentro terminó empatado 0 a 0. El triunfo de Brasil ante la ya clasificada Austria en la última fecha le dio a la Canarinha una ajustada clasificación.
Por último, en el grupo 4 se ubicaron Holanda, Perú, Escocia y la debutante Irán. A pesar de no contar con su figura Johann Cruyff, Holanda seguía siendo una de las mejores selecciones del mundo y todos daban por descontada una fácil clasificación, pero la primera fase fue de sobresaltos para la “Naranja Mecánica”. Los holandeses comenzaron derrotando cómodamente a Irán, mientras que Perú vencía a Escocia por 3 a 1. En la segunda fecha los neerlandeses no pudieron imponer su juego ante la selección peruana y empataron sin goles en Mendoza, mientras que iraníes y escoceses tampoco se sacaban ventajas en Córdoba. En la última fecha el buen seleccionado peruano goleó a Irán con tres goles de Teófilo Cubillas y aseguró la clasificación, mientras que Holanda fue sorprendida por el seleccionado escocés y cayó derrotada 3 a 2, clasificando a la siguiente fase por diferencia de gol. En ese partido el delantero escocés Archie Gemmill marcó el mejor gol de esa edición de la Copa del Mundo, mientras que el delantero holandés Rob Rensenbrink convirtió el gol número 1000 en la historia de los mundiales.
La primera fase se cerraba con la particularidad de que ninguna de las cuatro selecciones cabezas de serie, Argentina, Alemania, Holanda y Brasil, habían logrado ganar sus grupos. Para la segunda instancia quedaron ubicados Italia, Alemania, Austria y Holanda en el grupo A, mientras que Argentina, Polonia, Brasil y Perú conformaron el grupo B. El grupo A se jugó en Buenos Aires y Córdoba, y en esta instancia sí apareció algo de lo que Holanda había mostrado en el Mundial anterior y que había maravillado al mundo del fútbol. La Naranja goleó en la primera fecha a Austria por 5 a 1 en Córdoba, mientras que alemanes e italianos no se sacaron ventajas en el Monumental. En la segunda fecha, en uno de los mejores partidos del certamen, Alemania y Holanda reeditaron la final jugada cuatro años antes, sólo que esta vez el partido terminó 2 a 2, mientras que Italia se impuso por la mínima a Austria. El partido entre Italia y Holanda definiría al ganador del grupo y, por lo tanto, finalista del Mundial, aunque los alemanes todavía soñaban con una goleada sobre Austria y un empate entre los dos punteros que los dejara como líderes del grupo por diferencia de gol. Los sueños de los alemanes quedaron rápidamente truncados luego de la derrota ante los austríacos por 3 a 2. Por su parte, los holandeses lograron dar vuelta un 0-1 inicial y se impusieron por 2 a 1 ante la “Azzurra”. De esta manera, Holanda ganaba el grupo y con él el derecho a disputar otra final de Copa del Mundo, mientras que Italia debía conformarse con disputar el partido por el tercer puesto.
El grupo B se jugó en Rosario y Mendoza. La selección polaca buscaba evitar convertirse en el convidado de piedra entre las tres selecciones sudamericanas y, después de ganar el grupo 2 soñaba con aguarle la fiesta a los anfitriones. Argentina inició su camino en la segunda fase precisamente frente al combinado polaco, al cual venció por 2 a 0 ante un colmado Gigante de Arroyito con dos goles del “Matador” Mario Alberto Kempes y un penal atajado por el “pato” Fillol al capitán polaco Kazimierz Deyna. En el otro encuentro, Brasil goleó 3 a 0 a la selección peruana. Cuatro días más tarde Argentina y Brasil en un trabado y mal jugado partido no se sacaron ventajas e igualaron 0 a 0, al tiempo que Polonia derrotaba por la mínima a Perú. Argentina y Brasil llegaron a la última fecha con 3 puntos, Polonia con 2 y Perú con 0. El cronograma del torneo había determinado que brasileros y polacos debían jugar el 21 de junio a las 16:45 en Mendoza, mientras que Argentina y Perú jugarían ese mismo día a las 19:15 en Rosario. Brasil demostró su superioridad ante el conjunto europeo y ganó el partido por 3 a 1. Con ese resultado Brasil terminaba con 5 puntos y +5 de diferencia de gol, lo cual obligaba a la Argentina a vencer por 4 o más goles al conjunto peruano. Lo que realmente sucedió con ese partido probablemente no se sepa nunca, lo cierto es que después de irse en ventaja 2 a 0 al descanso Argentina apabulló a Perú en los segundos 45 minutos y finalizó el partido con un contundente 6 a 0 que nos depositaba, casi 50 años después, en una final del mundo. Las crónicas extranjeras hablaron de un arreglo extrafutbolístico, se habló de cargamentos de cereal entregados por el gobierno argentino al peruano, sobornos en efectivo a los jugadores de Perú o lisa y llanamente “presiones” al conjunto andino, pero nunca se comprobó nada, y por supuesto a nadie le preocupó mucho en ese momento, Argentina era finalista.
El 25 de junio de 1978 el Estadio Monumental se llenó con más de 70.000 fanáticos que imaginaban a su selección, por primera vez, campeona del mundo. El primer tiempo finalizó con ventaja argentina gracias al gol de Kempes, el de los goles importantes que finalizaría como goleador del torneo con 6 tantos. A los 37 del segundo tiempo un cabezazo de Dick Nanninga empató el partido y Holanda estuvo a punto de quedarse con la Copa luego de un tiro de Rob Rensenbrink con el tiempo cumplido que pegó en el palo y mandó el partido al tiempo suplementario. En la última jugada del primer tiempo suplementario otra vez apareció el “matador” y volvió a darle la ventaja al combinado nacional. Los intentos holandeses de igualar nuevamente el encuentro esta vez no dieron resultado y a falta de 5 minutos Daniel Bertoni marcó el 3 a 1 definitivo. Argentina ganaba por primera vez la Copa del Mundo para delirio de millones de argentinos que celebraban en las calles en un festejo que, sin duda, tenía mucho de liberación de emociones reprimida.