"Los Centros de Formación son espacios verdaderamente singulares"

Rodríguez señaló que la oferta educativa comenzó en septiembre de 2001, cuando se firmó un convenio entre la Dirección General de Cultura y Educación y la UATRE. A partir de 2002, los Centros estuvieron listos para impartir cursos. Él mismo recordó sus inicios como instructor de cereales, iniciando actividades el 22 de marzo de 2002 con solo cuatro cursos: clasificador de cereales, conserje de hotel, mucama de hotel y tractorista.

En cuanto a la función de estos espacios, Rodríguez explicó que los Centros de Formación Laboral ofrecen una educación post-primaria, similar al nivel secundario, proporcionando formación en oficios profesionales.

Las decisiones sobre qué cursos ofrecer se toman a nivel local, considerando las necesidades de los distintos sectores, como turismo y comercio, y son propuestas por entidades como el Ministerio de Trabajo, la Municipalidad, el Consorcio y la UATRE.

Los requisitos de inscripción incluyen haber completado la educación primaria, aunque también se ofrece la posibilidad de una articulación con la educación primaria de adultos para estudiantes adultos. Los cursos varían en duración, desde un cuatrimestre hasta un año y medio.

Dentro de las aulas, se crea un ambiente muy enriquecedor donde jóvenes de 16 años pueden interactuar con adultos de hasta 80 años. La entrega de certificados al final del año es un momento emocionante, donde las familias muchas veces muestran más emoción que los propios estudiantes.

Además, los Centros de Formación Laboral cuentan con una sede central en la Jesuita Cardiel y subsedes en Fernández y La Dulce. Los instructores son profesionales en sus respectivos campos y se coordinan con otros Centros de Formación para evitar la superposición de cursos.

En resumen, los Centros de Formación Laboral desempeñan un papel vital en la comunidad al ofrecer formación en oficios profesionales y facilitar la inserción laboral de sus estudiantes.