por Benjamín Vázquez
Arabarco, quien fue candidato a intendente por la Agrupación Comunal Transformadora (ACT) en las últimas elecciones y actualmente ocupa una banca en el Concejo Deliberante (en uso de licencia. NO PRESENTO LA RENUNCIA), afirmó en su comunicado de renuncia que "no está preparado para ocupar un cargo público". Esta declaración resulta contradictoria, dado que él mismo decidió postularse para el máximo cargo ejecutivo del municipio, una responsabilidad mucho mayor que la de un concejal. Esta actitud plantea dudas sobre su verdadera preparación y motivaciones para participar en la política local.
Además, Arabarco argumenta que prefiere dedicarse a su profesión como médico generalista, pese a que hasta ahora ha sido concejal en uso de licencia. Esto demuestra que su incursión en la política no fue más que un proyecto personal sin una genuina intención de servicio público. Su decisión de entrar y salir de la política con tanta facilidad revela una preocupante inestabilidad emocional y falta de compromiso real. Durante la campaña, Arabarco aseguró que se retiraría de la política, pero después insistió en que había asumido un compromiso con los vecinos. Ahora, nuevamente, renuncia, dejando en claro que sus palabras no tienen la firmeza que se espera de un líder político.
La falta de claridad sobre su situación actual en el Concejo Deliberante también es un punto de crítica. Arabarco NO presentó formalmente su renuncia a la banca y continúa en licencia, manteniendo así una ambigüedad sobre su verdadera intención de alejarse de la política. Esta falta de transparencia solo refuerza la percepción de que su paso por la política fue improvisado y sin un plan claro, más guiado por impulsos personales que por un deseo sincero de mejorar la comunidad.
En resumen, la salida de Juan Pedro Arabarco de la política deja una imagen de inestabilidad y falta de compromiso con los ciudadanos que en algún momento confiaron en su palabra. Su trayectoria corta y llena de contradicciones no hace más que reafirmar que su participación política fue una aventura personal, marcada más por el ego que por un genuino interés en el servicio público.